Joan Brossa y su iconoclasta jerarquía en Eclipsi. Brossa fue un poeta catalán que pedía huevos fritos porque no sabía cómo freirlos. Solo sabía hervirlos. Estampó un huevo frito en el pecho de un cocinero a manera de condecoración. El huevo del caos es un huevo al que se le da cuerda. La vertiente mística del huevo sugiere la representación del alma y todo aquello que está en potencia, lo que puede ser, lo contingente. La nada previa al estallido del universo, eran todas las posibilidades que podían concretarse.
Joan Brossa, El huevo del caos, 1988.
«Con la poesía visual se vuelve de algún modo a los ideogramas, que están en el origen de la escritura. Pero la poesía visual ha sido un proceso dentro de mi obra. Empecé diciendo cosas a través del lenguaje, que tenía mucha importancia, pero llega un momento en que adopto un fórmula antirretórica, buscando el encuadre de la realidad pero con el mínimo de adjetivos, porque me interesa la cabeza y no la peluca… Esto me llevó a la descripción minuciosa del objeto, y de ahí a la poesía visual hay un paso. Nada ha sido gratuito, sino todo un proceso que se ha ido consolidando: pasé del soporte del papel al soporte del objeto y luego ya al objeto por sí mismo.»