“La confianza es algo espléndido, me hizo pensar una voz poderosa que brotaba de labios de un paseante. Era una voz redonda. Una muchacha me advirtió que estaba dando un rodeo. «No es en el camino recto, sino en los rodeos donde se encuentra la vida», le repliqué. «Sólo cuando nos desvían de nuestro objetivo nos damos cuenta y somos capaces, en caso necesario, de demostrar que no lo hemos perdido de vista, es decir, que atesoramos una suerte de entereza de carácter.» En una pradera se veían unas cuantas losas sepulcrales. Eran tumbas familiares. Qué solitarias estaban. Parecía no haberlas rozado una mirada humana desde hacía una eternidad. Así que fue un detalle por mi parte prestarles atención. Pasé por delante de una iglesia. Quizá precisamente en ese instante al párroco le apetecía tomar el té con los suyos. Tal vez esa mañana había pronunciado un sermón impresionante. Para un paseante guardar siempre la compostura frente a todas las personas con las que se tropieza supone un trabajo anímico. La gente sensible comprenderá mis sentimientos. Por fortuna, no escribo para los insensibles o faltos de sensibilidad. Ellos tampoco leen mis artículos.”
Walser, R., Blanco, R. P., Echte, B., & Morlang, W. (2007). Escrito a lápiz: Microgramas III (1925-1932) (Libros del tiempo, 258; Libros del tiempo, 258). Madrid: Siruela.